martes, 23 de enero de 2018

Paseo romántico-historicista de la Carrera de Alhama de Granada. Salvador Raya Retamero

Paseo de la Carrera. Situado extramuros de la ciudad medieval, en el espacio del arrabal, en la Carrera de los Caballos desde el siglo XVI apenas sin urbanizar. Es un espacio testimonio de su época, del Romanticismo. Su modelo y correlato más inmediato lo tenemos en Granada; también con el nombre Paseo, el Paseo del Salón; aquí, Paseo de la Carrera. También, como en Granada, se dotó de una gran alameda y por muchos años simultaneó el nombre con el de Alameda, como la granadina, como la malagueña… El mismo modelo de espacio ajardinado se repetirá en los jardines del Balneario, que esperamos no sufran las desafortunadas intervenciones de los espacios públicos.
El espacio se interviene, al hilo de la influencia francesa y, sin duda, mérito de los afrancesados que trataron en el siglo XIX de sacar al país de su mediocridad. Las obras comenzaron el día once de mayo de 1836 y concluyeron en 1837. El coste total ascendió a 11.737 rs y 13 mrs, de los que 5.221 aportó el Ayunta¬miento; 400, algunos de sus individuos; 2.000, los fondos de M. N.; 1.408, particulares y el resto, don Francisco de Toledo y Muñoz, alcalde de la ciudad y presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País de Alhama. Todo el pueblo labriego aportó durante el tiempo que duraron las obras los aperos necesarios para la ejecución de las mismas. En esta primera intervención se dotó de la plantación de álamos no para afianzar el terreno sino para embellecerlo y hacerlo acogedor, también a imitación del granadino. Fue tras la invasión francesa (1810-1812) cuando se proyectó esta zona de recreo, con una fisonomía propia de los jardines galos, hermoseándolo con arbolado.
Es testimonio de la unidad del pueblo alhameño donde, desde su ejecución, participaron las caballerías de todos los agricultores y fue lugar de reunión de la ciudadanía, sin distinción de clases en momento alguno de su historia.
Por tanto, Caminar por sus jardines siempre fue agradable y romántico en todas la épocas, en todas las estaciones, especialmente en las tardes primaverales y del estío cuando jóvenes y mayores ricamente engalanados al gusto del momento aprovecharon las tardes soleadas de la ciudad.
Todo ello, al pie de la fortaleza, de una de las fortalezas más renombradas del reino de Granada. Si bien desafortunadamente desaparecida, al menos, nos quedó el sabor historicista tras la remodelación de las milenarias ruinas. Constituye, por tanto, Paseo y fortaleza uno de los elementos de mayor encanto de la ciudad. Y por ello debe recuperar el sabor perdido.El Paseo se dispone desde la muralla del Castillo al antiguo teatro Cervan-tes, formando tres calles; la del centro, doble que las de los lados, separadas por dos hileras de álamos que se mantuvieron siempre, entre cuyos parterres se aprovechó para plantar toda variedad de plantas a modo de pequeño jardín botánico, a lo que siempre debe estar llamado el histórico paseo de la ciudad. Por eso fue lamentable y catastrófica la última remodelación que lo privó de las mismas, perdiendo de esta forma también su sabor decimonónico y el carácter de alameda.