miércoles, 22 de noviembre de 2017

Acequias y canalizaciones medievales y contemporáneas en Alhama. Salvador Raya Retamero

     Aún se observa en los molinos de la población un arco que para la canalización del agua se construyó en el siglo XVI, así como abundantes restos de acequias antiguas. Asimismo, se conserva la ejecutada en 1840 y que ha funcionado hasta hace pocas décadas, para activar los molinos harineros que se contemplan desde la población, que en el siglo XIX eran siete; prácticamente derruidos, siguen dando al paisaje una belleza excepcional. También, se conserva el puente construido en 1805, tras la desaparición del medieval de la Mina, cuyos arranques aún son visibles, el llamado en el siglo XIX de Cortés, para acceder a otro viejo molino más avanzado el río. En las orillas del Alhama, fueron tradicionales las planta­ciones de álamos de todas clases; en sus aguas abunda­ron las truchas, las anguilas y las nutrias hasta su carta de defunción con la presa de derivación a los Bermejales. Al fondo, las ermitas de la Peña y de los Ángeles confieren al paisaje una belleza singular.
     Dado el peso del pan en la economía, fueron importantes también los molinos harineros hidráulicos, para convertir el cereal en harina y la harina en pan. Aún son observables en la ribera estos denostados molinos, testimonio de un pasado de esplendor desaparecido, sin que institución pública alguna encuentre el menor aliciente para salvar ni los edificios ni la tupida red de canalizaciones y acequias que desaparecen día a día, allí donde, en la actualidad, subsisten las ruinas de los que sucedie­ron a los medievales y renacentistas. Conviene recordar, también, cómo quedó recogido en la toponimia callejera la vía de camino de los molinos y las canteras. El Concejo no poseyó molino alguno, lo que quiere decir que la molienda quedaba en manos de particulares y generaría una considerable red de oficios relacionados con esta industria
      Uno de los perjuicios de más consideración ocasionados por los terremotos fue la destrucción de molinos y acequias, que produjo la paralización de la actividad industrial y la ruina de las, al menos, treinta familias que vivían de la industria harinera. A ello se dedicaron las donaciones de los comerciantes de Sevilla, que le destinaron 5.000 pesetas, presupuestada la obra en 12.000, a realizar en un plazo de 60 días. El hambre se cernía sobre Alhama. Así lo recogía El Defensor de Granada enn la época del terremoto:
En esta ciudad las pérdidas de la industria han sido, aunque muy difíciles de apreciar, de extrema consideración; porque son muchísimos los comerciantes y los pequeños industriales que han venido a total y espantosa ruina. Solamente el quebranto de las acequias ha ocasionado la paralización de todos los molinos, y por consiguiente, la miseria de cuantas familias dependen de la industria harinera y sus similares.- Los edificios públicos destruidos son la iglesia parroquial, el convento del Carmen, la iglesia de San Diego, el Hospital y la cárcel.
Actualmente el abandono del paisaje de las canalizaciones y de la red fluvial es absoluto. Ni arqueología prehistórica ni industrial. El abandono es total.

Véase Historia General de Alhama y los cinco lugares de su jurisdicción..., vol. I (De la Prehistoria al siglo XX).